Deseo sobre deseo.
Deseo.
Palabra tan usada de manera impulsiva o costumbrista, que a veces pierde su importancia dentro de una relación, ignorando su fragilidad.
Alimentarlo con insinuaciones, miradas, proposiciones indecentes, caricias, pellizcos, descaros,.... Todo será poco, porque tenemos que conservarlo durante todos los años que estemos junto a nuestra pareja. Si no se le da de comer, si no le decimos a nuestra mujer o nuestro hombre, que es la mejor puta o puto que existe, que no te imaginas el sexo sin su sensualidad, carga erotica única y especial, su maravilloso cuerpo y su salvajismo, lo dejaremos enfermar y hasta morir.
Esta práctica, que en muchas ocasiones se hace costosa o fatigosa - para eso está la generosidad sexual-, es muy gratificante, ya que como se dice, lo que se da, se rrcibe. Cuando hacemos sentir a nuestra pareja, deseada hasta rozar casi el extasis, empieza el feedback. Que importancia tiene que hoy no se le levante o no e humedezca, que más da que hoy huelan sus partes más que a sexo porque no se pudo asear bien, si mañana serás tu quien huela. O que te pida que le das el más maravilloso masaje del mundo al llegar a casa y se que dormida/o, cuando tal vez la próxima vez, seas tu la que lo reciba. No es cuestión de sentirse querida, amada y deseada porque viene dado con la unión de dos personas. Sino que es cuestión de desarrollar el sentimiento del deseo.
Otra cosa bien distinta, es cuando no hay base deseable. Aquí no se puede hacer crecer algo que ya no esta. El deseo de alimenta, pero no se crea de donde no hay.
Por Claudia Carvalho
Foto: iam.line
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