Es curioso, por no decir incómodo, que intentemos negociar signos de insatisfacción sexual, falta de placer, falta de orgasmo y desinterés emocional por parte del otro.
Somos expertos en crear historias, excusas con el objetivo de reducir toda esa indiferencia que es la falta de diálogo, la falta de satisfacción mutua y de deseo recíproco. Y en este intento aceptamos migajas sexuales y emocionales, intentando transformar las relaciones sexuales y amorosas superficiales en algo profundo, cuando en realidad la otra persona evita cualquier espacio para cambiar o aceptar la profundidad de la vulnerabilidad al revelarse.
El silencio, no querer hablar del tema, son formas sutiles en las que la otra persona se siente cómoda y no quiere un cambio de pensamiento y comportamiento.
Por lo tanto, nos quedamos atrapados en el sexo y el amor en la superficie, aceptando lo superficial.
Por Claudia Carvalho
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